Últimamente me siento arriba de una montaña rusa con los ojos vendados, la inseguridad a flor de piel debido a un cinturón de seguridad flojo, además de las emociones bajando y subiendo de intensidad a la par de las formas de la montaña. No sé qué habrá el siguiente segundo, que tan arriba subirá el carrito, que tan pronunciada será la curva, la ignorancia me pone nerviosa. A pesar de que quiero bajarme, consigo respirar tranquila mientras me aferro del asiento. Sé que todo estará bien. Confío en que bajaré y solo pensaré que fue un mal paseo, uno que no causará más allá de un susto.
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